La Organización Mundial de la Salud indica que la etiología de la obesidad está en la relación entre las calorías consumidas o ingeridas y las calorías gastadas. Cuando se consumen más calorías que las gastadas se produce un superávit calórico que genera el aumento de peso. Estas calorías provienen principalmente de alimentos y productos ricos en grasas y de bajo interés nutricional.
La población mundial ha cambiado su patrón alimentario en los últimos años y en la dieta prevalecen comidas ricas en grasas saturadas, azúcares y muy procesadas con poco valor nutricional. Esto se consume en reemplazo de otros alimentos que son nutricionalmente recomendables como las frutas, las verduras o los lácteos y se traduce en un déficit de fibra.
Desde este organismo también destacan la importancia del ejercicio físico y cómo el sedentarismo contribuye a generar la obesidad.
Pero, más allá de la alimentación y la falta de actividad física, el sobrepeso y la obesidad se deben a múltiples factores entre los que encontramos: genéticos, epigenéticos, fisiológicos, conductuales, socioculturales y ambientales.
