Prinicpales causas de inmovilidad o movilidad reducida

Cuando hablamos de movilidad hacemos referencia a los movimientos motores gruesos simples y los movimientos motores finos más complejos y también a la coordinación que requieren esos movimientos. Para poder movernos necesitamos fuerza muscular y energía suficientes, estabilidad esquelética, una correcta función articular y una adecuada sincronización neuromuscular. Todo eso constituye un proceso integrado que hace posible el movimiento. Cualquier factor que afecta uno de estos puntos, impactará en nuestra movilidad.

Algunas enfermedades agudas o crónicas afectan directamente capacidad de movimiento. Entre ellos se encuentran los trastornos de los sistemas nerviosos central y periférico (parálisis cerebral, esclerosis múltiple, Parkinson), trastornos musculoesqueléticos (distrofia muscular, osteoartritis, artritis reumatoide) y afecciones neuromusculares.

Las deformidades congénitas y las enfermedades que contribuyen al agotamiento físico, como la insuficiencia cardíaca y la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) también son causas de inmovilidad o reducción de la movilidad.

Otra fuente de donde pueden provenir estas limitaciones en el movimiento son lesiones ortopédicas, de la cabeza y de la columna y el dolor crónico que puede estar relacionado con diversos trastornos médicos, procedimientos quirúrgicos y lesiones traumáticas.

Los cambios musculoesqueléticos y otros asociados con el envejecimiento, como la disminución de la densidad ósea, la reducción de la masa muscular, la pérdida de visión periférica y la demencia pueden contribuir a una reducción en la movilidad y a mayores posibilidades de caídas.