Se define a la lesión por presión como una lesión localizada en la piel y/o los tejidos subyacentes, producto de la presión continua sobre una zona del cuerpo. Esta situación produce destrucción cutánea y necrosis del tejido subyacente, grasa y músculo. Algunos de los factores que colaboran para que se produzcan son la humedad, la desnutrición, la obesidad, presencia de otras enfermedades, temperatura corporal elevada, infección y circulación periférica deficiente.
Las zonas más afectadas son: sacro, coxis, trocánteres y talones.
Las LPP se localizan generalmente sobre prominencias óseas, aunque también pueden presentarse sobre cartílagos como en la nariz u orejas y sobre tejidos blandos donde se apoyan diferentes materiales o dispositivos clínicos como sondas o catéteres. Por lo general el principal motivo de su aparición es la presión ejercida al mantener al paciente colocado de manera continuada o prolongada en una misma posición.
Pese a que ha habido avances en la atención de salud para prevenir las LPP, éstas continúan siendo un importante problema que tiene serias consecuencias para los pacientes, sus entornos familiares y las instituciones y profesionales de la salud.
En la mayoría de los casos es una situación prevenible que ya no se asocia sólo con poblaciones adultas con movilidad limitada (ancianos y pacientes con lesiones medulares o críticos); sino que pueden afectar a todo tipo de pacientes con inmovilidad prolongada, incluso pacientes pediátricos.
